LA MUJER EDUCADA PARA SER SUMISA

Desde siempre la mujer ha sido enseñada a obedecer y a ser sumisa.
Hasta hace muy poco era típico enseñarles a las niñas mayores de la familia a cuidar de sus hermanitos mas pequeños, a estar cerca de la madre, a aprender los oficios y a servir a los hombres de la casa.

La mujer aprendió a realizar tareas, tanto las delicadas como las tareas más rudas. Aprendió a almidonar los cuellos y los puños de las camisas, a bordar, a tejer y a hacer maravillas con las manos, pero todo se reducía al pequeño mundo de las cuatro paredes de su casa, aprendió a tratar con cosas de gente grande, muchas veces a ayudar en pequeños negocios, en consecuencia, también aprendió a contribuir a los ingresos de la casa.

Se le enseñó a guardar silencio, a no exteriorizar lo que les molestaba, por miedo o por respeto, pero aprendió erróneamente a callar, a bajar la cabeza ante sus mayores y hacer o decir lo que le era ordenado, y a recibir lo poco o lo mucho que le pudieran o quisieran dar, de acuerdo a las posibilidades de la familia.

Se creía que la mujer no necesitaba ir a la escuela, si acaso aprender a leer y a escribir, si es que contaba con suerte, todo esto porque la mujer era para cuidar de casa, hijos y marido, la mujer estaba destinada para encerrarse entre cuatro paredes, mientras el hombre salía a trabajar y daba ordenes de qué hacer, cuándo y cómo hacerlo, porque eso vió en su casa materna, ese patrón que le fue enseñado y con eso creció.

Tuvo que pasar mucho tiempo y muchas cosas para que la mujer, sobre todo de las nuevas generaciones, nos rebeláramos, muchas veces empujadas por la necesidad ante el abandono de la pareja, había que salir, había que enfrentar la vida sin el macho, sin el “cabezón” del hogar y tuvimos que ser nosotras la mujeres las encargadas del mantenimiento del mismo, aprendimos a hablar y a decir lo que no nos parece, a gritar si es necesario para hacernos escuchar y eso, fue tomado por insubordinación, rebelión o falta de respeto. También dio lugar a muchos otros calificativos.

Aún hoy en día se dan casos, de mujeres que viven con las secuelas de la educación sumisa y caduca, viven bajo la dictadura del hombre, se les mina de su libertad y hasta de su expresión. La muejer es intimidada y humillada y aún así no se atreve a hablar, a pedir, a tocar puertas ni a exigir lo que por derecho humano le corresponde y muchas veces, vive sufriendo la injusticia, el olvido, y es sometida a la voluntad del hombre, en nombre del amor.

¿Por qué callamos las mujeres? Si se ha dicho tanto por los cuatro costados, que hombres y mujeres somos iguales, hace mucho tiempo que dejamos de ser clasificadas y etiquetadas como seres del sexo débil, dejemos atrás las enseñanzas de antaño, alcémonos con dignidad y amor propio y exijamos ser escuchadas, en pro de familias más felices, por el amor y la felicidad a la que tenemos derecho. Si no lo haces tú, ¿entonces quién?, si no es ahora ¿entonces cuándo?

¿En qué grupo estas tú?
¿En el grupo de las que hablan por sus derechos, o en el que callan por temor?

                             

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